El ser pagano es una decisión individual porque individuales son las necesidades de desarrollo y crecimiento de acuerdo a la historia personal y a los aspectos espirituales que cada quién desea nutrir y fortalecer.
Es por eso que toda forma y decisión de paganismo confluyen en el paganismo de sí mismo.
En el paganismo trabajamos mucho el ser consciente de distintos procesos y situaciones, como vivir en consciencia. Esto quiere decir que nos damos cuenta, nos responsabilizamos y nos hacemos cargo de la dirección y acciones hacia las cuales queremos llevar nuestra vida, con todas las implicaciones, que en ocasiones puede ser incluso un cambio en nuestras relaciones interpersonales.
Somos proactivos en aprender a SER paganos y con ello estamos en continua deconstrucción y reconstrucción, sin que lleguemos a ser un producto terminado, pues en el hecho de ser, se invierte la vida misma –y no es una condición exclusiva del pagano pues cualquiera que trabaja en la construcción de la personalidad sabe que es una labor no finible.
Por otro lado, no se trata de un trabajo interior aislante de la otredad. El paganismo tiene mucho que ver con el trabajo individual del espíritu, la creación de metas y aprendizajes personales, pero también tiene que ver con las relaciones en la comunidad; con todo aquello con lo que se establece una relación existencial y retroalimentativa, de ahí el paganismo de la tierra, por ejemplo, que pone en relieve la relación del individuo con la naturaleza en todas sus manifestaciones. Y es un aspecto fundamental del paganismo de sí mismo, el aceptar y entender al otro sin necesitar estar de acuerdo con sus creencias y valores, pero optando, por convicción, por el respeto de ver al otro como garante del derecho de ser distinto, en tanto yo (uno mismo) lo ejerzo también.
Esta orientación del paganismo se percibe como un ejercicio de autoayuda o de ayuda en grupo, porque indefectiblemente se gesta el crecimiento cuando se trabaja intencionalmente en el nutrimento de las creencias y valores basados en el respeto por otro y por el entorno. Pudiendo o no compartir experiencias y memorias que quizás resultaron significativas en la confección del individuo que somos en el presente, el equilibrio se aproxima cuando nuestra propia salud espiritual y mental se convierte en nuestro objetivo de vida. Pero al tiempo en que podemos ver una oportunidad valiosa el invertir trabajo en la reedificación de nuestra personalidad y nuestras interacciones, es importante estar en conocimiento de que las implicaciones en nuestras relaciones previas no necesariamente serán satisfactorias ante lo cual debemos estar preparados y conscientes.
Será una posibilidad que algunas amistades se alejen, o incluso miembros de la familia, quienes ante la percepción de la serie de cambios y de nuevos hábitos y relaciones personales, tenderán a interpretarlo como una exclusión del “grupo” del que se era parte y ya no. El desconocimiento de tu nueva faceta, puede propiciar que se hagan interpretaciones de toda suerte, como la pertenencia a sectas, o el haberse transformado en algo “oscuro”, de acuerdo con sus esquemas y percepciones. Es posible manejarlo, pero el pagano aprende a asimilar que eso es parte de la vida y sus cambios. Además de que si bien es cierto que al optar por el paganismo se establecen compromisos, tampoco se firman acuerdos con el “diablo”, es la flexibilidad del individuo la que matiza su camino como cualquier otra decisión que se toma en la vida, desde la más nimia, como la ropa a vestir por la mañana, hasta la elección de pareja de vida.
Si te encuentras en este camino o decidiendo si lo sigues, bienvenid@ y disfrutalo sin ataduras o compulsiones. Tu camino es tuyo y solo tú lo diriges.